Las Nietas de Nonó
- Writing
muloway iyaye nonó y mapenzi chibale nonó encuentran sanación y liberación, produciendo arte y encontrando comida, más allá de los límites de las instituciones.
Foodtopia, después de todo territorio, un film de las Nietas de Nonó que se fue presentando como parte de Greater New York 2021 en MoMA PS1 y que fue realizado con el apoyo del museo, es una de las obras más recientes del dúo compuesto por mulowayi iyaye nonó y mapenzi chibale nonó. La obra documenta una acción de les hermanes realizada durante la pandemia de Covid19 consistente en alimentarse durante un período prolongado solamente de la caza y la recolección, un ejemplo perfecto del tipo de acciones feministas y decoloniales del dúo, que habitualmente toma como foco la historia de opresión de las comunidades afro diaspóricas en el Caribe así como la supervivencia de sus saberes.
En esta conversación les artistes discuten la relación de su trabajo con el territorio, entendido en un sentido espacial pero también histórico, así como las formas deliberadamente no institucionales que eligen para sus presentaciones y performances.
Inés Katzenstein: Sus vidas y su obra han estado cruzadas de una manera muy productiva. Habitar y trabajar, convivir con el barrio y trabajar parecen parte de una misma experiencia. Me gustaría entonces que nos hablen del barrio San Antón, en Carolina, Puerto Rico, donde ustedes viven, y específicamente que nos comenten si trabajan en algo así como un “estudio”.
mulowayi iyaye nonó: Barrio San Antón es un lugar que tiene abundancia de recursos naturales, hay manantiales, árboles frutales, una quebrada que cruza el barrio y conecta con el Estuario de San Juan, infinita sabiduría ancestral sobre curaciones y el poder de las plantas y una gran población de iguanas. Me acuerdo que para el Huracán Hugo, yo tenía 10 años, lo primero que hice cuando acabó el ciclón fue recoger todos los frutos que habían caído y ese fue todo nuestro alimento hasta que nos comimos el último jobo y “sancochamos” la última pana. Al barrio lo segmenta una carretera que nos quita la posibilidad de caminar de manera segura, y a eso sumarle el problema de desplazamiento que está afectando la calidad de vida de la gente. Desde los 90 la gente del barrio ha estado luchando por los espacios que están siendo afectados por las diferentes industrias que se han apostado en nuestra comunidad. Eso ha provocado un deterioro y abandono de los espacios, pareciera que no terminamos de luchar contra eso y en el 2017 cerraron las tres escuelas de la comunidad y eso también ha provocado otra avalancha de desplazamientos.
Me interesa trabajar alrededor de los espacios de taller y colaboración. Pero en realidad no creo que tengamos una disciplina contenida en ningún espacio o en el estudio como tal. Siempre nos movemos mucho, también soy organizadora comunitaria. Nuestra práctica está volcada a tener conversaciones con la gente, explorar lugares, caminar, compartir saberes con los mayores. El espacio del estudio nos ofrece una limitación más que una posibilidad que en la práctica tiene más que ver con mi interés de compartir, moverme y conocer. En el barrio tenemos una casa que heredamos de nuestro abuelo y abuela paternos. El espacio de la casa funciona como una especie de archivo donde hay parte de la historia de la familia. Allí recibimos gente y se han presentado varias piezas de teatro y performance. A la vez es el lugar donde almacenamos algunos de los objetos de nuestras piezas. Ahora la casa está en transición porque estamos colaborando en la organización de un espacio comunitario en la escuela que el gobierno nos cerró.
Inés: ¿Podrían hablar sobre la creación del llamado “Patio taller” en casa de sus abuelos?
mulowayi: En aquel momento mis hijos tenían ocho y diez años y eso también fue una motivación para crear un espacio de reunión, un espacio seguro, en la parcela que había sido de nuestros abuelos. Creamos un espacio de taller de arte durante los veranos, luego abrimos una residencia artística e hicimos Manual de bestiario doméstico. “Patio taller” fue la semilla de esa parte de nuestra práctica basada en organizar espacios comunales y seguros dentro de la comunidad. Fue un espacio en el que el arte se entendía como un espacio de sanación, e intercambio de saberes: de conectar con lo ancestral, hacer artesanías, lo que fuese que nos diese esa sensación colectiva de estar en casa, como cocinar entre todos en el taller de cocina. Patio Taller fue un proyecto gestionado entre el 2011 y el 2019 durante todo ese tiempo gestionamos un espacio comunitario donde las cosas sucedían de manera orgánica y espontánea. Yo digo que Patio Taller fue semilla porque así lo ven en mi barrio. Ese proyecto evolucionó a niveles inimaginables y hemos concertado un proyecto ambicioso y abarcador con una comunidad de mujeres de la que somos parte.
mapenzi chibale nonó: En Patio Taller se pudo imaginar posible La Conde, que es un proyecto de Parceleras Afrocaribeñas, la organización de base comunitaria que fundamos en el 2019 en colaboración con vecinas del barrio San Antón. La Conde fue nuestra escuela en la infancia y adolescencia, también la de nuestro papá y tías, así como la de nuestras vecinas y vecinos. En el 2017 la escuela fue cerrada por el Departamento de Educación por las políticas de austeridad de la Junta de Control Fiscal. Desde ese momento hemos canalizado recursos para detener la privatización de esas tierras y recuperarlo para el beneficio comunitario desde la metodología del diseño-participativo. Ahora La Conde tiene una programación antirracista de arte, salud y ambiente.
Patio Taller en los inicios de Parceleras Afrocaribeñas fue uno de los lugares de gestar la propuesta de La Conde. Nos reuniamos en la parcela para organizar, coordinar, diseñar, imaginar, hacer nuestros check-ins colectivos, reunirnos con otras organizaciones aliadas, desayunos de planificación, crear estrategías de recuperación y abogacía. Fue nuestra base principal para el comienzo en la gestación del proyecto. Una vez se rehabilitó La Conde en 2020 vimos a Patio Taller diferente. Actualmente estamos repensando nuestra próxima etapa con el espacio porque la necesidad, en términos de educación, creación artística y cultural, está siendo gestionada desde La Conde. Ahora estamos en un momento de reflexión sobre lo que hemos aprendido de ese proceso y las oportunidades que ha brindado no solo a nosotres como artistas sino a la comunidad y colegas.
Inés: Manual de bestiario doméstico, su primera obra, tuvo una forma completamente no institucional. La hicieron en la casa, el público estaba invitado y recibía algo para comer, había una relación muy orgánica en relación a la domesticidad y a la comunidad. ¿Cuán deliberada fue esa posición?
mapenzi: Presentar esta pieza en la casa llegó como una revelación debajo del palo de Jobo en una conversación, eso me recordó mulowayi hace poco en retrospectiva. A mi se me había olvidado este detalle. Pero me encanta ahora recordarlo porque el jobo es una de mis frutas favoritas. Una vez ya decidido que la casa iba a ser el espacio, la narrativa se fue acomodando y la vida cotidiana tomó una presencia poética que fue a su vez una dramaturgia. Nunca pensé que la casa iba a ser el único espacio a presentar mi arte sino que después de esa experiencia pude tener una mayor comprensión de mi práctica y de nuestra colaboración. Fue incluso una manera de sanar la casa a través de ese ritual que fue Manual del Bestiario Doméstico. También fue una manera de honrar con nuestro arte el legado de nuestres ancestres, y recibir el ashé.
mulowayi: …crear en la casa era la mejor posibilidad que teníamos en ese momento porque si nos hubiésemos dejado embaucar por lo modos de producción elitista de PR estaríamos todavía buscando la manera de generar ingresos o convenciendo a alguien que nos diera una oportunidad.
Inés: Foodtopia, antes de todo territorio, el video que se presentó como parte de Greater New York, documenta una experiencia de caza y recolección que realizaron hace dos años. Lo veo como una suerte de manifiesto en pos de la autonomía alimentaria. Me interesa muy especialmente esa tensión que aparece en el video entre supervivencia radical y aprendizaje, vida silvestre e industrialización. Entiendo que el proyecto proviene de una obra previa que se llamaba manifestaciones en períodos de caza y después resurge con el Covid19. ¿Podrían comentar cómo llegan al experimento de Foodtopia?
mapenzi: En el 2020, con el Covid19, obviamente nuestras agendas cambiaron y fue un momento de profunda reflexión sobre qué iba a pasar en relación con las artes vivas, el teatro, el performance. Vivimos en una zona industrializada y durante el lockdown nuestro barrio se silenció. El ruido de la industria cesó completamente. Y ese silencio fue como una revelación e invitación, un descanso amoroso. En conversación telefónica compartimos la idea de sostener esta acción como una performance, y a días de esa llamada nos pusimos a diseñar la base de esa exploración. Queríamos usar una indumentaria que pueda ser de uso diario para no tener que pensar en la ropa cada día, así liberamos tiempo y energía. Luego fuimos definiendo el área geográfica, y algunas preguntas surgieron como, que pasa si se acaba la comida, extendemos la búsqueda a otras áreas? Todo eso se fue decidiendo días antes de comenzar con el proceso. Para la pieza audiovisual no fue hasta el momento de editar que hubo algo como un guión. Se convirtió también en una investigación y un archivo vivo de nuestro propio entorno, de cómo ha ido cambiando, los riesgos y las posibilidades. Hay espacios que no conocía hasta ese momento. Y hay prácticas que no conocía tampoco, áreas donde antes se pescaba ahora estaban contaminadas. Y eso se fue develando durante el proceso.
Inés: En Foodtopia aparece una fuerte ambigüedad espacial. Por momentos parece que están en un bosque o selva, en un espacio silvestre, y por momentos están en un espacio urbanizado abandonado. ¿Podrían referirse a esta ambigüedad, y a cómo fue, concretamente, la experiencia de caza y recolección?
mulowayi: Hubo algunos momentos de tensión, frustración y tristeza. Si estás veintiocho días en una misma zona geográfica, el alimento se va acabando y las posibilidades son menos cada vez. La relación entre esfuerzo físico y hambre, todos los sentidos comienzan a modificarse, estás más presentes junto con el entorno. Yo que de por si soy observadora de mi entorno que es otra tecnología que utilizo en mi práctica, pude notar como se elevó a nivel de maestría el observar y rastrear alimentos en lugares que otro contexto no pensé encontraría. Tu cerebro trabaja diferente. La recolección de alimentos es una meditación activa que desarrollé y se potenció junto con el olfato y el gusto. Cazar es un acto potente, arduo, con el que me cuestiono todo lo que la modernidad junto con el capitalismo nos ha desprendido, si tuviésemos que cazar para abastecer toda la carne que se come diariamente no habría tiempo para otras tareas. Con eso todas las implicaciones ambientales de la industria ganadera. Cazar para comer, es un acto de resistencia pero también una habilidad a veces me pregunto si al igual que cosechar alimentos silvestres lo haría para sostenerme por temporadas. No estoy segura todavía si mi evolución dependiese de ese acto. Cuando adopte la caza, me salió de manera muy orgánica. De verdad que creí que lo había sabido hacer ya. De seguro que está integrado a mi información epigenética. Todavía tengo algunas interrogantes éticas respecto a ese tema.
Sobre ese espacio industrializado que es Barrio San Antón te digo que hay dimensiones insalvables respecto a toda la maniobra que hay que hacer para encontrar alimentos desde el agua impactada por la industria automotriz hasta el impacto visual, sonoro y el aire. No solo era manejar el hambre sino también la tristeza y la frustración de ver que estábamos en pequeños universos que a veces se conectaban y desconectaban y que había que buscar la manera de salir de uno o el otro, a veces para llegar al alimento había que cruzar un apilamiento de gomas derramando aceites. Tenía que mantenerme enfocada en esa búsqueda porque de lo contrario te pudieses quedar inamovible, impactada por el deterioro, sin ir más allá.
mapenzi: Los cambios escénicos de Foodtopia son tal cual lo vivimos en el día a día dentro del barrio. Si te metes por un junker de pronto estás en un manantial de agua alcalina que es de alto valor para nuestres ancestres y que es parte de nuestra cultura ecológica y relación con el ambiente.
“La develación de una información oculta o silenciada puede transformarnos hacia la sanación y liberación.” -mulowayi iyaye nonó
Inés: Han dicho que trabajan para “sanar las heridas de nuestras abuelas, de mami, de las mujeres y los hombres, de la familia”. ¿Podrían hablar de la vocación curativa de su trabajo?
mapenzi: Nos criamos en una cultura de abuelas sanadoras. Nuestra abuela era curandera y su práctica se manifestaba de una forma ritualística muy teatral, gestionada desde un espacio creativo y con la energía de la improvisación. En mi niñez la curandería me salvó la vida, era une niñe que se enfermaba frecuentemente y gracias a los santiguos, mejunjes de plantas y baños pude navegar esas dolencias, esas formas de curar me impresionaba porque contenían un elemento escénico fascinante, el despliegue de los objetos, el movimiento corporal, los espectadores evidenciando la sanación, la narrativa. Elementos que forman parte de nuestro imaginario están presentes en nuestra práctica— como por ejemplo la posibilidad de llegar a la catarsis por medio de la repetición y el movimiento. El ritual está presente en nuestra práctica y desde esa presencia hemos podido continuar con el legado de la sanación en correspondencia con nuestra contemporaneidad.
mulowayi: hay un poder curativo de la manifestación artística y teatral o performativa. En los sistemas eco familiares nos pudiéramos quedar atrapados en situaciones que antepasados no pudieron resolver. La develación de una información oculta o silenciada puede transformarnos hacia la sanación y liberación. He comprendido mi historia a través de la composición de una narrativa —que para algunos será ficción porque se manifiestan una serie de interpretaciones que nos hacen conscientes de algo. Durante la performance suceden eventos que nos conmueven, nos empujan a lo extraordinario porque aunque no pudiésemos explicar esto porque no tendría un sostén intelectual, la audiencia que pudiese estar abierta y resonando con el trabajo le va a llegar esto que digo. Hay que estar presentes. En mi sistema de creencias está incluido el poder energético de los espacios, y de la gente misma. Cuando las heridas silenciadas salen a la luz, se pueden mirar, comprender, sanar. Espero pronto poder hablar más de estos temas.
Greater New York 2021 es organizado por un equipo curatorial dirigido por Ruba Katrib, curadora del MoMA PS1, con el escritor y curador Serubiri Moses, en colaboración con Kate Fowle, directora del MoMA PS1 e Inés Katzenstein, curadora de arte latinoamericano y directora del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el estudio del arte de América Latina, en el Museo de Arte Moderno. La muestra estará en exhibición hasta el 18 de abril de 2022 en MoMA PS1.
Director, Patricia Phelps de Cisneros Research Institute for the Study of Art from Latin America, and Curator of Latin American Art